Estoy caminando rodeado de mucha gente y conozco a casi todos. Gente de la uni, de la infancia, de jugar a fútbol, conocidos del pueblo... y también mucha otra gente. Hace calor, mucho calor. Todo los chicos van sin camiseta excepto yo, que tengo puesta una de un equipo de fútbol (es roja o verde, no recuerdo de cual de los dos pero es seguro que era de uno de esos).
Se me acerca una chica, me suena su cara, y me dice que me quite la camiseta que quiere sacarme una foto. La gente de alrededor me anima pero no me la quito, le digo que eso no me va. No me gusta quitarme la camiseta, ¿qué pasa?
Llego al final del camino y me siento un banco.
De repente no estoy sentado en un banco, sino en el asiento delantero de una furgoneta o un autobús. El autobús no tiene techo, ni paredes, ni cristales, se parece como a una atracción, tipo Dragón Kahn pero sin sujeciones. Sí que está el apoyadero de pies que suelen tener los autobuses, pero nada más.
A mi izquierda está sentado el conductor del autobús (por llamarlo de algún modo) y a mi derecha está Begoña Belategui, y a su derecha Jone Larrucea, dos amigas de cuando era niño (últimamente parece que sueño mucho con gente que no veo hace años).
Begoña me pregunta que por qué tengo camiseta puesta y que por qué llevo botas de monte puestas con el calor que hace. Le digo que me da vergüenza ir sin camiseta por la calle, pero que no sé por qué llevo botas de monte con el calor que hace...
El autobús empieza a moverse marcha atrás, muy lentamente, pero resulta que allí los autobuses son así y se mueven para atrás.
El suelo de la calle está empapado porque ahora está lloviendo un montón. En el autobús no nos mojamos, porque justo allí no llueve pero en la calle sí.
Un coche de policía derrapa delante nuestro y vuelca. Después de ese coche otro más vuelca intentando esquivarlo, y detrás de este coche un tercero derrapa al esquivar a los dos coches. No puede parar, se dirige hacia nosotros. Pasa todo muy rápido, el coche empieza a rodar, se eleva un poco y me cae en el pie izquierdo.No grito, no me duele. Lo miro incrédulo durante menos de un segundo y le doy una patada con mi pie derecho, y el coche se cae del autobús.
Miro a Begoña, que está blanca del susto mirando mi pie izquierdo.
"Ves, para esto llevo botas de monte" le digo. Empieza a reírse a carcajadas y me dice que ha sido una buena idea. Se lo cuenta a Jone, que también empieza a reírse.
Yo me siento muy contento porque el coche que me ha caído en el pie no me ha hecho daño, pero sobretodo porque he hecho un comentario gracioso y ocurrente.
Se me acerca una chica, me suena su cara, y me dice que me quite la camiseta que quiere sacarme una foto. La gente de alrededor me anima pero no me la quito, le digo que eso no me va. No me gusta quitarme la camiseta, ¿qué pasa?
Llego al final del camino y me siento un banco.
De repente no estoy sentado en un banco, sino en el asiento delantero de una furgoneta o un autobús. El autobús no tiene techo, ni paredes, ni cristales, se parece como a una atracción, tipo Dragón Kahn pero sin sujeciones. Sí que está el apoyadero de pies que suelen tener los autobuses, pero nada más.
A mi izquierda está sentado el conductor del autobús (por llamarlo de algún modo) y a mi derecha está Begoña Belategui, y a su derecha Jone Larrucea, dos amigas de cuando era niño (últimamente parece que sueño mucho con gente que no veo hace años).
Begoña me pregunta que por qué tengo camiseta puesta y que por qué llevo botas de monte puestas con el calor que hace. Le digo que me da vergüenza ir sin camiseta por la calle, pero que no sé por qué llevo botas de monte con el calor que hace...
El autobús empieza a moverse marcha atrás, muy lentamente, pero resulta que allí los autobuses son así y se mueven para atrás.
El suelo de la calle está empapado porque ahora está lloviendo un montón. En el autobús no nos mojamos, porque justo allí no llueve pero en la calle sí.
Un coche de policía derrapa delante nuestro y vuelca. Después de ese coche otro más vuelca intentando esquivarlo, y detrás de este coche un tercero derrapa al esquivar a los dos coches. No puede parar, se dirige hacia nosotros. Pasa todo muy rápido, el coche empieza a rodar, se eleva un poco y me cae en el pie izquierdo.No grito, no me duele. Lo miro incrédulo durante menos de un segundo y le doy una patada con mi pie derecho, y el coche se cae del autobús.
Miro a Begoña, que está blanca del susto mirando mi pie izquierdo.
"Ves, para esto llevo botas de monte" le digo. Empieza a reírse a carcajadas y me dice que ha sido una buena idea. Se lo cuenta a Jone, que también empieza a reírse.
Yo me siento muy contento porque el coche que me ha caído en el pie no me ha hecho daño, pero sobretodo porque he hecho un comentario gracioso y ocurrente.
1 comentario:
Vaya sueño! seguro que significa algo pero como no soy Rappel lo desconozco. Superdivertido, yo también me he reido a carcajadas cuando se te ha caido el coche en el pie. Es la mofa!!!!
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