8 sept 2009

Rubik gigante y patines

Toco la puerta de Avalon, una tienda que vendía magic, comics, figuras, peluches etc y que cerró hace unos 3 ó 4 años. Me abre Alex, el dueño y me hace pasar. Está todo casi vacío, solo quedan un par de ordenadores (que están encendidos) y unos cuantos libros. Cuando llego al fondo, veo que detrás de las columnas hay gente que está escondida, 4 personas que reconozco de haberlas visto allí alguna vez. Como me imagino, estaban escondidos por si era la policía la que tocaba la puerta. Pero no, era yo, así que pueden volver a sentarse en los ordenadores y seguir jugando en vez de ir a la universidad o a trabajar.
Le digo a Alex que he venido a comprar un cubo de Rubik nuevo. Me dice que busque entre los restos, que le suena que alguno queda pero que no me promete nada.
Empiezo a buscar entre los libros y figuritas (hay una cantidad increíble de polvo, casi no puedo respirar) y por fin encuentro un cubo de Rubik. Es uno de esos con menos cuadrados de lo normal en cada cara (de 2x2), pero es diez veces más grande, como un balón de fútbol. "¡Qué guapo!" pienso, pero al ver el precio pone que cuesta 43€, así que lo vuelvo a dejar donde estaba.
Alex me pregunta si he visto algo, y le digo que no porque no quiero desilusionarle, sé que necesita vender todo porque no llega a fin de mes pero yo no quiero gastarme 43€ en un cubo de Rubik, no tenía pensado gastarme más de 2€ :S
Me despido de él y salgo a la calle. Me pongo los patines y entro en el metro. Bajar las escaleras corriendo me da bastante miedo, pero no quiero parecer un miedica así que lo hago disimulando mi miedo. Cuando llego al último escalón veo llegar mi metro. Saco rápidamente mi billete y cuando voy a meterlo en la canceladora el metro se va. "Joe, qué rápido" me digo y salgo de la estación, pero esta vez por las escaleras mecánicas.
Cuando llego arriba me doy media vuelta, vuelvo a meterme en la estación muy rápido y consigo bajar todas las escaleras sin miedo, orgulloso. Se para a mi lado Josu Gurtubay, un ex-compañero de clase. Nos saludamos, me dice que me ve bien y sale disparado a coger el metro, que acaba de llegar. A mi se me vuelve a escapar, pero esta vez me quedo ahí esperando al siguiente.

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